La razón de esta misiva que pase a dejar en tu blog era porque hace mucho tiempo que no se de tí y me estaba preocupando. Me costó mucho encontrar como escribirte porque no sabía como contactarte… tanto cambio de casa, de número de celular, de dirección permanente e incluso de ciudad me ha hecho difícil la comunicación contigo. Hace varios años que no pasas por mi tumba, sabes que nunca he querido que gastes tu platita en comprarme flores u otras tonteras, sino sólo quiero volver a estar solo contigo un momento como en antaño. Esos cerca de 20 minutos que te quedabas mirando en silencio mirando la sepultura, como queriendo ver a través de la tierra los huesos de quien te amó como a un hijo mientras estuvo vivo, y que hasta cuando ya no era capaz de articular palabra, y yacía en el que sería su lecho de muerte, jamás dejó de pensar en ti. Aún recuerdo los días que jugabamos con los gatos en la acogedora cocina de la casa, que aunque todos los años se nos inundaba, nos juntaba como la familia que ahora veo que ya no son. Me da pena verlos tan distanciados, pero veo que a veces la vida coloca pruebas que debemos resolver solos, y creo que estabas en tu derecho a averiguar las cosas por ti mismo… además la Anita tiene que resolver sus problemas con la Mamá Tila y el hecho de que se hayan quedado solas ahí, pasando la mayor parte del día peleando, las va a alejar de la soledad que las consumía el tiempo que estuvieron separadas.
Ya se como te va a tí, desde aca arriba de vez en cuando nos dejan ver a nuestros seres queridos y apenas tengo la posibilidad de verte, trato de hacerlo. Ya no veo al niño con el cual excavabamos el patio en busca del cementerio indio cuando te conte esa historia de terror tratando de que no salieras tanto pero terminamos haciendo hoyos juntos en busca de algún tesoro español capturado por una emboscada mapuche, o la criatura que arrancaba desconsolada hacia mis piernas, llorando y buscando protección de las abrumadoras palabras dañinas de la Tila. Ya no eres ese niño. Te volviste grande y feliz, y me emociono cuando veo eso. Ya no tengo lágrimas, pero si las tuviera, provocarían una de esas lluvias en Angol de las mismas que te contaba que yo había pasado en mi infancia, viviendo en lo profundo del campo chileno. Disfruto viendo tus logros, ya que como eres una persona que he visto que trata de vivir cada día como si fuera el último, mirando al futuro pero sin dejarse guiar por él, esos logros se consiguen todos los días. Veo que duermes bien, aunque aún no entiendo como lo haces dejando la ventana abierta y no pasas frío, y eso quiere decir que cada decisión que tomas te hace pegar las pestañas tranquilamente.
Aca arriba todo es distinto a como crees. Hay mucha felicidad en el ambiente, pero también mucha angustia, pero no por nosotros, sino por quienes dejamos en esa tierra. A veces veo desconsolado como la familia de la cual forme parte comete los mismos errores que la llevan a separarse aún mas. Veo que se han puesto algo hipócritas también, y aunque no lo sepas, esa es la razón por la cual no han aceptado tus ideas
de reunirse una vez más. Te apoyan desde la boca para afuera, pero en sus corazones guardan un rencor inexplicable por gente que las amaba de una manera distinta, como tu abuela. La Tila tu bien sabes que nunca fue cariñosa, siempre seria, se exaltaba por mínimas cosas y creo que eso creó odios que aún son irreconciliables. Sin embargo agradezco a Dios que supiste entender que ella los amaba y ama profundamente, pero a su manera, que aunque jamás compartiste, supiste a la larga aceptar. Creo que eso de “cuando seas mas grande vas a entender las cosas” fue muy válido. Pero bueno, por eso se nos da una vida tan corta para que aprendamos a vivir con las personas que queremos y disfrutarlas. Lo bueno viene en envases chicos, y la vida como la cosa mas grandiosa que existe, también debe ser corta.
Bueno Carlitos, no quiero contarte mas de lo que se vive acá arriba porque creo que cuando te llegue tu hora, será mas entretenido para tí conocerlo desde el inicio. Quiero que sepas que estoy bien, soy feliz de la vida que tuve, y acá la tranquilidad de ver que estás luchando por ser mejor cada día y en algún futuro, volver a unir a nuestra familia con la cual pasé los mejores años de mi vida, como fue en algún tiempo ya algo lejano.
Querido hijo, y te digo hijo porque te quise como tal, aunque no fui tu padre ni traté de reemplazarlo, pero sentí un amor tan grande por tí y que aunque mi flaqueante pierna coja desde que fui joven era uno de mis mayores limitantes, no fue impedimento para lanzarme a correr cuando llegó ese taxi que te traía desde el hospital, vestido con mi camisa a cuadros que no sé como y porqué recuerdas, y ser el primero, claro, despues de tu madre, en recibirte en nuestro hogar y alzarte a los cielos, cielos que estás luchando por alcanzar.
Sé el faro que ilumine nuestra familia, y que ninguna tempestad logre sobrellevar tu voluntad que tanto te ha costado forjar, con el esfuerzo propio que te caracteriza, esa voluntad única que nadie te impuso ni te dijo como formarla, sino que creaste por ti mismo.
Te amo, hijo mío.
Tu abuelo
Luis Alberto

The Leviathan
30.09.08 based on 28.08.06
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