jueves, 18 de diciembre de 2008

Guitarrera

Esta guitarra de carne añejada
Entre escalones de madera
Son manos y cuerdas
Lo que tú abrazas, mi guitarrera

De notas en gotas que resbalan
bajo esta lluvia de estrellas
Pero firmes en esta esperanza
De tonos de almíbar, mi guitarrera

Si te acompaño en tus andanzas
De tristes baladas y negras polleras
Desnuda fragancia de primavera
Amor imposible, mi guitarrera

Bajo tu hombro, un telón sin fondo
Se cierra el camino donde encontrarte
Vienes y vas, mujer bohemia
De alma triste, mi guitarrera

miércoles, 17 de diciembre de 2008

Categorización Carne

El Entrecot
El Filete
El Lomo
La Cazuela

(Lermanda, 2008)

martes, 9 de diciembre de 2008

Mi Afrodita

Capo d'astro en segundo traste
G-D-Em-C x 2

Naciste de la espuma del mar

Creciste entre cerros y playas
Heredaste del cielo tu belleza,
tus ojos de esmeralda y tus labios de cereza
Tu sonrisa la robaste del sol
tu cabello, de las algas
La miel te regaló su sabor
Y las flores envidian, celosas tu olor

(na, na... naranará...)

Fuiste musa de cantantes y de escritores,
de poetas y de trovadores
En canciones, poemas y esculturas,
aún no logran plasmar tu suave cintura

(na, na... naranará...)

Dulce y coqueta, sincera y hermosa,
risueña, seductora y también orgullosa
Vives entre luces, fiesta y calor
Pero sin conocer todavía... (terminar en C arpegio doble)

G
El amor

G-D-Em-C x 2
G-D-Em-C (en corcheas, terminar en bajo de G)

Música: Carlos Garcés
Letra Original: Carlos Garcés
Adaptación: Carlos Garcés

martes, 2 de diciembre de 2008

Entre las algas hediondas y un perro disúrico

La magia del SMS:

Yo
: Qué vas a hacer hoy en la tarde? No alcancé a preguntarte. Besos
Ella: No sé todavía, tal vez vaya a pagar el auto... mmmhh.
Yo: Uhmmm... y puedes pagarlo el viernes? Porque tengo el viernes, sábado y lunes libres en las tardes. Hoy me podría escapar pero tengo sólo hasta las 5. Dp te llamo. Bye!
Ella: No sé que hacer?? Si duermo ahora... no duermo nada a la noche.. Estoy peor que las viejas! Jaja! Besos!
Yo: Uhmm... pero duerme una horita no más. Así te acuestas una hora tarde y conversas conmigo a la noche :)
Ella: Ya te fuiste? Si no, te tinca ir a fumarnos un cigarrito a Cocholgue?
Yo
: Caleta Chica? Te espero al lado del restaurant Juluz. Besos.


Mientras frenaba en seco después del último mensaje de ella, que me encontró saliendo a 120 km/h de Tomé, giré en seco al frente de la Copec, y me dirigí hacia Cocholgue, pensando de si ella llegaría antes (vive más cerca) y estaría esperándome. ¿Qué será mejor? ¿Que ella me espere y que piense que la dejé plantada? ¿Esperarla ansioso dentro de mi Banzai, con música de Marvin Gaye? Ninguna de las anteriores. Estacioné fuera del predicho restaurant, encendí un cigarro, coloqué mi música de auto y... NO, NO!! Rammstein, Lacuna Coil y Metallica no son ad hoc. Radio FMDos fue la elección y procedí a inmolar a ese pequeño escurridizo, vestido de papel.

Uhmmm... nice! necesitaba la nicotina fluyendo en mi ...¡¡Cresta!!!. Voy a estar pasado a pucho! Poco sexy un cenicero con ojeras de dos días de mal dormir!. Procedí a ir al Juluz a comprar mentitas, me engullí dos y terminé a Don Lucky Corriente.

Luego, mis rasgos paranoides aparecieron. ¿Querrá decirme que todo fue un error? Exquisito, pero error al fin y al cabo?? Mierda.... tshmmmmmm (abriendo sunroof), no pienses huevadas Carlos!. Por algo te mandó los SMS.

A la distancia (no tanta en realidad) aparece el pequeño "huevito" cuyo parabrisas trasero dice "Te tón 2008" (alguien le borró convenientemente la "le" intermedia) con una velocidad digna de un chita con distemper. Pero bueno. Dos cromosomas X juntos al volante no son buena combinación. (No comentarle esto por favor). Se estaciona un poco lejos, y se baja. Su cuerpo de Nutella se balancea sobre la vereda en posición de "¿vamos?"

Me bajé del auto, y en el preciso instante que colocaba la alarma, sonó el ringtone de mi celular... era mi Santa Madre diciendo que un encargo ya había sido enviado. Siempre tan oportuna ella. Por algo la adoro.

Un metro... 50 centímetros, 20 centímetros, mi brazo rodea su afrodisíaca cintura y nos saludamos, como dos verdaderos cómplices que planean un asalto a mano armada, pero que disimulan armas mortíferas detrás de pistolas de agua: con un beso en la cara. (Por la chucha, pero que bakan!). El aroma de playa inunda nuestras fosas nasales... ¿Aroma? Había un hedor a alga descompuesta de hace 2 temporadas estivales, con restos de cerveza de innumerables fogatas y quizás uno que otro resto de pescado por la playa. Ah, y una gaviota muerta.

- Tú escogiste el lugar, así que no te quejes - dije con voz de resignación, sólo esperando a que ella se picara y me pegara, así podría abrazarla como si me hubiera enojado y la habría besado sin que ella alcanzara a decir... "P.." (ni siquiera "Pío")

Sólo me miró con su sabrosa cara de picota y procedió a bajar las escaleras. No puedo evitar mirar su cintura, es tan ricaaa!!, casi me mato en pos de ir tras la primera vez que veo tanta curva en una escalera. Aparte que un perro de raza quiltranesa pura sangre nos acompañó como fiel testigo y se cruzó entre mis piernas con su delicado pelaje de tiña. Bajamos y precisamente el aroma del ambiente era un excelente augurio de lo que encontraríamos en la playa: algas imperecederas de tiempos inmemoriables, agonizantes, sumidas en su hedor.

Me miró, la miré, nos miramos y sólo pude reírme un poco y decir "- que romántico -".
Su respuesta tanto física como verbal era predecible: "ahhh, pesáo!!" y su brazo tomó vuelo y acarició (aforró) mi hombro. Mientras tanto, nuestro can camarógrafo procedía a orinar el mismo tronquito donde segundos antes habíamos decidido sentarnos, con una orina color "Kem Xtreme", fosforecente al máximo, y que lo delató como consumidor frecuente de drogas alucinógenas.

Nos acercamos a un parapeto de piedras que protegía unas plantas y nos sentamos ahí. En ese preciso instante recordé que Don Lucky había quedado en la guantera de mi auto y Don Encendedor en el asiento del copiloto. Me sorprende con que ella compró Lucky (siempre fumaba Kent) y concluí que estaba de cierta manera dándome en el gusto. Un pequeño capricho, pero suficiente para mi ego cuya nariz se apretaba del olor. Una vez encendidas nuestras linternas de alquitrán, conversamos de la vida, del color de los ojos, de trabajo y de varias cosas más, pero que de verdad no importaban porque sentía su cuerpo acercarse milimétricamente al mío y el mío acercarse al de ella, pero centimétricamente. ¿Ansioso? NO, pero sí deseoso de sentir esos labios de miel.

Tuvo que aparecer el infaltable flayte chileno, bajando unas escaleras aledañas, e interrumpiendo el momento de delirante pasión que gritaba a voces que vendría. Pero quizás fue mejor. Quizás ese deseo interrumpido renació de manera más fugaz y encendió la mecha de unos apasionados besos con sabor a "necesitaba ésto" y a la vez con un toque de "uhm... que rico". Y ni rastros de "esto es un error".

Duró no más de 5 minutos aquél encuentro, pero que pareció ser más breve todavía y dejarme con muchas, pero MUCHAS ganas de más de ese elixir divino. Si los dioses griegos hubiesen conocido el sabor de sus labios, se habrían pasado por su teológica raja milenios de hidromiel y banquetes. Y estarían todos jotéandola. Pero esos 5 minutos fueron míos, exclusivamente míos, y para mí. Nada de huevones con zapatos alados rondando con arpas ni otros objetos de trola procedencia.

Subimos las escaleras, una mirada clandestina, un beso en la mejilla de ella, seguido de un desafiante beso mío en sus labios, cerraban esa jornada de escape y complicidad. La decisión de "quién se volvería primero" fue ganada por mí ya que llevaba 45 minutos de atraso a mi trabajo, por ende, aunque ella se fuera primero, no duraría absolutamente nada en la delantera.

Una última mirada que decía "quiero verte de nuevo" salió de mis ojos. Le respondió un parpadeo que susurró "el viernes...".

Tomé el volante de Banzai, quien sin mucho darse de rogar pronto alcanzó los 170 kms/hora en la recta de Punta Parra. El viento azotaba mi cara, volví a escuchar mi música de auto, con Rammstein y Lacuna Coil, pero esta vez no hablaban de historias lejanas, en idiomas de raíz germánica, sino que cantaban acerca de dos protagonistas de un nuevo capítulo en el libro de mis días, en el cual se escriben ahora sabrosas palabras, deliciosos párrafos y cómplices versos, ambientados entre algas de no tan mal olor, y como único testigo, un perrito con problemas urinarios.

Despertador

Arght!! tengo una sensación extraña! (sí, escribí esta línea como 12 veces). Si bien que la primera voz que escuché esta mañana fue la tuya, y fue genial, me queda la pequeña impresión que puedo estar cagándola al buscarte tan afanosamente. Quizás seas alguien que no quiere "sorpresas".

Otra cosa que me apesta: eres una especie de esponja diplomática. No creo que digas que algo te molesta hasta que ya termines reventando. Y sea... cuático.

Balance neutro para esta mañana de Examen Médico Nacional.

El Rey de los Huevones...

Ahora que lo pienso, por estar escribiendo weás, perdí la posibilidad de llamarte a una hora decente y que me respondieras cagá de sueño.

Si seré huevón, pero un huevón feliz, en duda e incertidumbre, pero por la chucha que soy feliz.

Yo sólo quería un café... con 15 gotas de endulzante...

¿Porqué me remuerde la conciencia haberme hecho el rogar un rato el responderte el mensaje? Si sabía que dormirías temprano y que cuesta un puto carajo que contestes tu celular, especialmente cuando tienes que trabajar temprano... ¿O estarás haciéndote la interesante? Aunque tú rompiste el hielo primero... ¿Querías que te llamara? ¿Estabas disponible en ese ratito y no lo estarías después? ¿Qué es primero, el huevo o la gallina? ¿Es inmortal el cangrejo?

Creo que nunca lo sabré y en realidad mucho no importa. Lo que sí, es que en este momento me muero por escuchar tu voz, el sonido de tu risa, la despedida rápida diciendo "no me importa" pero que en realidad significa "gracias por acordarte de mí".

Sí, parece que me importas, parece que me gustas. Sé que de cierta manera estoy pegado a esta pantalla pensando que de alguna manera volátil aparecerás, pero sé que es muy improbable. Pero no imposible y es eso lo que me mantiene aferrado. No tengo tu MSN, no te conectas a facebook. ¿Que cresta hago conectado entonces? ¿Deliro? Porque calentura no es... porque de verdad no me excita el mirar una pantalla vacía, carente de tus exuberantes curvas en ese cuerpo de gacela, una gacela que ronronea mientras besa y que me hace olvidar que me volví racional. 

Sublimo la necesidad de saber que mañana estarás ahí pero no te veré, de saber que estás ahí durmiendo con algún peluche que de seguro mataría de la pura envidia. Añoro saber como es dormir contigo y despertar sintiendo el aroma a "Halloween" impregnado en mis sábanas. Si cuando te lleve desayuno a la cama, sonreirás de la misma manera que acostumbras a hacerlo, o si despiertas malas pulgas, o si eres una deliciosa neurótica de llegar a la hora y volar de la cama.

Tantas dudas, tan pocas respuestas. Pero es mejor así... se vuelve interesante esta cosa. 

Lo discutiré con mi café... con 15 gotas de endulzante.

lunes, 1 de diciembre de 2008

Sin Compromisos

Quién pensaría que bajo esa capa azul marino encontraría una alba presea de suaves matices
Quién pensaría que en esa gacela había una leona enjaulada
Quién pensaría que la vida gira tan rápido que la taquicardia que genera se siente a través de las sábanas
Quién pensaría que besas tan apasionadamente que mis labios se sintieron prisioneros en la libertad de los tuyos
Quién pensaría que sentiría felicidad de que mañana me trates de "usted" y que nuestro ritual de despedida fue un beso en la mejilla.

Yo no lo había pensado.
Pero quería averiguar si detrás de esos ojos verdes, glaceados de una mirada cómplice, encontraría respuesta a mis dudas.

Y las encontré.

miércoles, 26 de noviembre de 2008

A Champita

Rey de la calle descalzo,
caminante del tiempo,
alfarero de leyendas,
coleccionista de miserias.
¿Qué afilada daga,
cortaría tu nudo con mi mundo?
Ya no hablará de ti
tu enigmático silencio,
ni mendigará tu sombra
en muda y desgarbada presencia.
El fuego de tu pira
lo alimentarán pintores
y en el viñedo de tus vivencias
extraerán su néctar los poetas.
Mañana, en una noche de bohemia
serás el brindis predilecto
como personaje de mi pueblo,
como rey de la calle descalzo
y te devolveré en mi copa
una porción de tu tesoro
en mudo y respetuoso silencio.

Anónimo

martes, 30 de septiembre de 2008

¿Qué es la dignidad? [27.01.08]

Señora Ana, 95 carreteados años, una sonrisa encantadora, manos curtidas por el trabajo y el pasar de los años, y a pesar de eso, muy pocas visitas al día. Así me gustaría empezar una Historia Clínica. Lamentablemente, el sistema no es así, sino una especie de frío patíbulo donde cada persona llega a ser un número (ficha clínica), o "la diabética" (no "la señora Rosa que sufre diabetes"), casi apuntándole con el dedo, riendo como Nelson de Los Simpson, o el más común "la de la cama trescientos seis".

Yo creo que nuestros padres nos bautizaron por alguna razón con nuestros nombres, nuestra crianza nos va entregando nuestro carácter y finalmente los años van quitándonos las fuerzas. Pero desde que nacemos, algo que nunca perdemos es la dignidad. No porque no se vaya "gastando", sino más porque es algo que viene con nosotros desde antes de nacer. Nuestra dignidad de ser humanos no es algo que vamos obteniendo con el tiempo, por ende, no es algo que podamos perder.

Pero entonces, ¿cuál es la puta razón por la cual algunas personas tratan a otras como meros pedazos de carne? Les contaré una breve historia del cotidiano vivir de un interno de una Sala de Medicina Mujeres.

Estaba la señora Ana feliz de la vida durmiendo en su camita. Bueno, no tan feliz de la vida, con cierto grado de insuficiencia respiratoria y con una falla renal que sería capaz de matar un semental pura sangre, pero ella estaba tranquila, con su dificultuosa respiración, sus paños orinados, y con su trasero probablemente lineal dado las duras camas de estos hospitales tercermundistas. En ese entonces, llega cierto paramédico. Entra a la sala con cierto aire de "aquí vengo yo", no tan prepotente, pero asumiendo que estaba de "local". Se dirige al final de la sala, toma un set de paños limpios, y se dirige a la cama de tan adorable viejecita.

La zamarrea, la trata de levantar, y ella en su desesperación por ver un hombre desnudándola y tironeándola, ella se resiste y empieza a gritar "ayúdenme!!", "defiéndanme!!"... (hagamos un break acá. Asumamos que es una persona de 95 años, época en el cual se consideraba signo casi degeneradamente pervertido mostrar las piernas más arriba de la rodilla en público). Y figuraba este individuo con la señora patas arriba, mostrando su humanidad a toda la sala (con visitas incluídas) con una brutalidad casi sajona y rostro impertérrito vistiendo de paños a la abuela.

Ella se resiste, él no cede... ella grita, él no escucha... ella llora, él ignora...

Luego de tan macabro espectáculo, llega el paramédico, se acerca a nosotros y nos dice "... a esta señora hay que amarrarla, se agita demasiado...". Ahí ya me salió lo indio. Pero menos mal que la becada de Medicina le dijo que no, porque de verdad no convenía para la convivencia dentro de la sala que yo abriera mi bocota "en caliente". El tipo asintió y se retiró como hiena a la cual los leones aún no la dejan comer.

Como siempre, me retiro después de las 5 PM una vez entregada la sala a los residentes, y también como siempre, me despido de las viejas. Es entonces cuando me dirijo a la señora María, de la cama contigua a la de la señora Ana, y le digo "cuideme la vieja, ya?", y procedo a salir de la sala. No había dado 2 pasos cuando el paramédico hace el siguiente comentario: "chuta que santifica a la veterana, eh?".

Mi corazón se detuvo como en esas secuencias en cámara lenta de Ridley Scott, al igual que mis pies. Mi lengua se batía desesperadamente por salir de las rejas de carne que la tienen constantemente aprisionada y decir de una vez lo que le tenía que decir, mientras mi cerebro pensaba rápido "pro's y desventajas" de cualquier acción (recuerden mis rasgos paranoides).

Lo miré, y SOLO pensé lo que tenía que decir. No emití sonido alguno por mis labios, pero creo que él leyó mi mente, ya su rostro no era impertérrito, sino especulante. Me di media vuelta y continué mi travesía hacia la residencia de internos.

"Yo en esa señora veo a mi propia abuela, a la abuela de mis amigos y por sobre todo, veo a una persona que sólo quiere morir tranquila. Si usted la ve como un saco de papas, o una de las tantas cosas a manipular en su trabajo, bien, pero no se atreva a decirme como ver a la gente que me rodea...".

Me lo repetí constantemente hasta llegar a mi casa. Cuestionándome si debí habérselo dicho o si hice bien en no decírselo. En otras circunstancias le pego al estúpido, pero habría tenido consecuencias. No que me echaran de la carrera ni nada, sino haber dejado la sala sin paramédico por esa noche...

Al ver esto escrito, me cuestiono nuevamente como vemos nosotros mismos la dignidad de las personas que nos rodean, y me doy cuenta que mientras menos respetamos a nuestro prójimo, menos nos respetamos a nosotros mismos. La dignidad por sí sola, de ser humano, no se puede perder, pero también aprendí a ver de que hay muchas cosas que la condicionan. Uno de los significados personales que le atibuyo a "ser digno", es "ser merecedor". Y las acciones de cada uno, nos "hacen ser merecedores" de respeto, admiración, o simplemente compasión como fue en este caso. La dignidad de mi damisela continúa intacta, al contrario que la dignidad de tal individuo de traje celeste.

Bueno, al llegar a mi casa, me hice una pequeña promesa, un pequeño intento, un pequeño reto. Voy a hacer a esta señora más digna de lo que es. ¿Cómo me dirán ustedes?. Haré lo posible por estabilizarla, darle soporte vital suficiente para mantenerla paradita un par de días u horas, para apurar el alta y que vaya a morir con los suyos. Sintiéndose acompañada, comprendida, y que ojalá alguien derrame una lágrima por ella cuando se nos vaya de este mundo.

Sé que es una decisión éticamente cuestionable, pero quien la cuestione puede quedarse con sus razonamientos, porque podré perder en algo la objetividad como futuro doctor, pero no perderé mi dignidad como ser humano.

The Leviathan

Requiem [25.08.06]

Tema: Temor a la Muerte

Es otoño. Comienzo a observar las aves que emigran del sur en busca de tierras más cálidas. No todas volverán. Muchas de ellas se quedarán en el camino; muchas ya saben que no hay retorno. Saben que es sólo un viaje de ida a un lugar que conocían desde el momento de nacer. para algunas significa el retorno a sus orígenes, a las tierras que las vieron aparecer en este planeta. Me pregunto si la vida del hombre es como el vuelo de las aves; el viaje comienza con un despegue lleno de entusiasmo y con un ímpetu incontrolable por llegar a lo más alto. Es un viaje hermoso, pero siempre persiste en la mente la sombra del aterrizaje. Para muchos ese aterrizaje es el definitivo. Esa tierra que te recibe se convertirá en tu última morada.
¡Oh, Dios!, quién me vio años atrás, cuando joven, dando brincos de alegría por verdes campos de hierba, persiguiendo las aves como un inocente juego, las cuales asustadas se alejaban de mí, emprendiendo un trémulo vuelo. Yo jugaba, feliz, lleno de energía, sin pensar en el futuro, sino dejándome atrapar en un paradisíaco presente. Recién emprendía mi vuelo. Quien me viera ahora. Aquí estoy, postrado en un sillón, justo en frente de una chimenea de alerce que durante años ha entibiado mis ancianos huesos. Mi rostro arrugado, casi inexpresivo, es una magra burla de lo que años atrás fue un rostro feliz y sonriente. Ya mis labios no sonríen. Sólo se dedican a sostener una vieja pipa de ébano que desdedécadas atrás se ha convertido en mi única compañera. Mi blanca y larga barba acaricia mi pecho, cubierto de entrecano vello, el cual se esconde cual tímido muchacho tras una bata de corte escocés, como si temiera exhibirse ante un irreal observador. Por Dios. Quien me vio y quien me viera; ahora esperando que mi existencia llegue al final de su vuelo.
No le temo a ese final. Toda mi vida volé errante, sin un plan de de vuelo ni proyecto a realizar. Dejé que el viento fuera mi guía. No siento en todo caso que mi vida fue en vano. Por lo mismo, mi aterrizaje no debería ser muy duro. Durante mi existencia, hice todo lo que tenía que hacer, no deje oportunidad sin aprovechar, no deje nada por lo cual temer el aterrizaje ni nada por lo cual volver. Todo lo que me queda esta justo al frente, ya no queda nada atrás. Ya no tengo pasado, sino sólo futuro. Dicen que hoy es el comienzo del resto de tu vida. No creo que eso sea válido cuando estás justo en el día de tu muerte. Sí, lo sé. Hoy es el gran día. Éste es el día por el cual he esperado toda mi vida, aunque si bien no lo recibo con mucha emoción, lo aguardaba con gran ansiedad. Se acabó el tabaco de mi pipa, creo que esta será la última. Digo “Adios vieja amiga” mientras la arrojo a las llamas de la chimenea, justo en el momento que siento una fría brisa que acaricia mi barba, mi rostro y mi cuerpo, como si fuera el viento que sostiene mis alas. Cierro los ojos. Veo esos campos de hierba que me acogieron durante mi niñez extender sus brazos fraternales para recibirme. Ya no me encuentro en mi sillón. Ya no siento el calor seco que me proporcionaba esa vieja chimenea. Sólo siento el viento de la libertad que me cobija en sus etéreos dedos y que me guía hacia abajo. Mis pies tocan esa húmeda y fértil tierra madre que me vio años atrás. Ya no soy ese viejo miserable y decrépito que gemía en ese ruidoso sillón. Ya éste no está. Ya no escucho crepitar la madera mientras arde en la chimenea. Ya no siento el olor a tabaco que emanaba de mi vieja pipa. Ya mis dolores han desaparecido. Me miro. Ahora veo un niño, corriendo nuevamente por estos prados, sin pensar ni en futuro ni en pasado. Siento una tranquilidad que me inunda. Mi alma está tranquila. Ha vuelto a su origen. Me rodea la verde llanura, el freso viento y, por sobre todo, el silencio.



The Leviathan

El Silencio de los Inocentes [25.08.06]

Tema: Sistema Educacional Chileno

Parecía una galería de arte. Cerca de veinticinco personas jóvenes, de entre dieciseis y diecisiete años, estaban sentadas con una terrible expresión de esceptiscismo en sus rostros, justo en frente de lo que parecía ser una pálida y desabrida estatua parlante, que no hacía más que repetir una sarta de palabras inconexas. Este grupo de jóvenes tenían mucho en común: casi la misma edad, intereses, formas de pensar; veían una franja en sus vidas, que se podría extender por muchos años, exitosamente. Era un futuro cercano, con muchos logros consumados, sintiéndose como verdaderas personas dentro de esta sociedad. Pero algo pasaba en ese momento. Se daban cuenta que estaban presenciando sólo un triste y aburrido monólogo, mientras sus aburridas mentes divagaban acerca de cómo perdían el tiempo. Y eso no era lo peor, sino que a medida que pensaban, se iban dando cuenta de que ese momento se repetiría por muchos años más. No podían hacer nada por deshacerse de ese ser de las tinieblas que no hacía nada más que repetir cual loro un montón de cosas que él creía interesante para la audiencia. Ya nadie podía aguantar más. Era la tiranía del conocimiento irrelevante que no hacía más que oprimir este grupo de jóvenes. No estoy diciendo que esa materia en cuestión no fuera interesante. Sí lo era. Pero no se puede prestar atención a algo para lo cual nadie quiere que concentres. Si ese carcelero intelectual pusiera un mínimo esfuerzo por interesar a su audiencia, los rostros de los presentes probablemente tendrían otra expresión. Por un momento el monólogo cesó. Había tanto silencio, que era posible escuchar claramente incluso el sonido de las manecillas del reloj, el cual, en complicidad con el locutor, no hacía un esfuerzo por apurar su ritmo. Muchas imágenes pasaban por la mente de estos muchachos. Algunos pensaban cuan crueles habían sido sus padres al introducirlos en esa mazmorra de la intelectualidad absurda. Otros, evocaban la parte primitiva y violenta del ser humano, implícita y escondida en lo recóndito de su ser durante generaciones, e imaginaban cuánto placer sería perceptible al destruir a este ente instructor con sus propias y desnudas manos. Veían claramente en sus mentes el cuerpo flácido y sangrante del orador, mientras festejaban su muerte, bailando en círculos con las manos ensangrentadas en lo alto, como ofrenda a imaginarios dioses.
Eso era mucho pedir. Sólo era un sueño. Una ilusión. La realidad era sustancialmente diferente. Ya el llegar a ser profesional llevaba por lo menos seis a siete años más de escuchar a estas personas carentes de identidad propia, y que se escudan tras la inocente rigidez de un cartón universitario. A pesar de muchas promesas, no se podía hacer nada para cambiar eso. Esos seres eran la autoridad dentro de la sala de clases. Estos jóvenes estaban abandonados a su suerte, ya que sus padres los habían entregado a estos seres nefastos disfrazados de sabios profesores. Se suponía que debían representar una figura paterna, pero realmente nunca han tenido ni tendrán interés en el bienestar de esos muchachos. Ellos sólo hacen su trabajo, les pagan por ser así, y los alumnos, en su condición de tal, los debían respetar, obedecer y ensalzar. Pero esa actitud no es recíproca. Ellos el único respeto que presentan por los alumnos, en muchas circunstancias, es porque los ven como quienes les proveen el cheque a fin de mes. Nada más.
Nadie puede hacer algo para cambiar este proceso. Nadie, menos aún ese mismo grupo de jóvenes. Ellos deben permanecer en silencio y sólo asumir esa nefasta realidad, la realidad del Sistema Educacional Chileno.


The Leviathan

Para Carlos Garcés, donde quiera que se encuentre [28.08.06]

Querido Carlos:

La razón de esta misiva que pase a dejar en tu blog era porque hace mucho tiempo que no se de tí y me estaba preocupando. Me costó mucho encontrar como escribirte porque no sabía como contactarte… tanto cambio de casa, de número de celular, de dirección permanente e incluso de ciudad me ha hecho difícil la comunicación contigo. Hace varios años que no pasas por mi tumba, sabes que nunca he querido que gastes tu platita en comprarme flores u otras tonteras, sino sólo quiero volver a estar solo contigo un momento como en antaño. Esos cerca de 20 minutos que te quedabas mirando en silencio mirando la sepultura, como queriendo ver a través de la tierra los huesos de quien te amó como a un hijo mientras estuvo vivo, y que hasta cuando ya no era capaz de articular palabra, y yacía en el que sería su lecho de muerte, jamás dejó de pensar en ti. Aún recuerdo los días que jugabamos con los gatos en la acogedora cocina de la casa, que aunque todos los años se nos inundaba, nos juntaba como la familia que ahora veo que ya no son. Me da pena verlos tan distanciados, pero veo que a veces la vida coloca pruebas que debemos resolver solos, y creo que estabas en tu derecho a averiguar las cosas por ti mismo… además la Anita tiene que resolver sus problemas con la Mamá Tila y el hecho de que se hayan quedado solas ahí, pasando la mayor parte del día peleando, las va a alejar de la soledad que las consumía el tiempo que estuvieron separadas.

Ya se como te va a tí, desde aca arriba de vez en cuando nos dejan ver a nuestros seres queridos y apenas tengo la posibilidad de verte, trato de hacerlo. Ya no veo al niño con el cual excavabamos el patio en busca del cementerio indio cuando te conte esa historia de terror tratando de que no salieras tanto pero terminamos haciendo hoyos juntos en busca de algún tesoro español capturado por una emboscada mapuche, o la criatura que arrancaba desconsolada hacia mis piernas, llorando y buscando protección de las abrumadoras palabras dañinas de la Tila. Ya no eres ese niño. Te volviste grande y feliz, y me emociono cuando veo eso. Ya no tengo lágrimas, pero si las tuviera, provocarían una de esas lluvias en Angol de las mismas que te contaba que yo había pasado en mi infancia, viviendo en lo profundo del campo chileno. Disfruto viendo tus logros, ya que como eres una persona que he visto que trata de vivir cada día como si fuera el último, mirando al futuro pero sin dejarse guiar por él, esos logros se consiguen todos los días. Veo que duermes bien, aunque aún no entiendo como lo haces dejando la ventana abierta y no pasas frío, y eso quiere decir que cada decisión que tomas te hace pegar las pestañas tranquilamente.

Aca arriba todo es distinto a como crees. Hay mucha felicidad en el ambiente, pero también mucha angustia, pero no por nosotros, sino por quienes dejamos en esa tierra. A veces veo desconsolado como la familia de la cual forme parte comete los mismos errores que la llevan a separarse aún mas. Veo que se han puesto algo hipócritas también, y aunque no lo sepas, esa es la razón por la cual no han aceptado tus ideas
de reunirse una vez más. Te apoyan desde la boca para afuera, pero en sus corazones guardan un rencor inexplicable por gente que las amaba de una manera distinta, como tu abuela. La Tila tu bien sabes que nunca fue cariñosa, siempre seria, se exaltaba por mínimas cosas y creo que eso creó odios que aún son irreconciliables. Sin embargo agradezco a Dios que supiste entender que ella los amaba y ama profundamente, pero a su manera, que aunque jamás compartiste, supiste a la larga aceptar. Creo que eso de “cuando seas mas grande vas a entender las cosas” fue muy válido. Pero bueno, por eso se nos da una vida tan corta para que aprendamos a vivir con las personas que queremos y disfrutarlas. Lo bueno viene en envases chicos, y la vida como la cosa mas grandiosa que existe, también debe ser corta.

Bueno Carlitos, no quiero contarte mas de lo que se vive acá arriba porque creo que cuando te llegue tu hora, será mas entretenido para tí conocerlo desde el inicio. Quiero que sepas que estoy bien, soy feliz de la vida que tuve, y acá la tranquilidad de ver que estás luchando por ser mejor cada día y en algún futuro, volver a unir a nuestra familia con la cual pasé los mejores años de mi vida, como fue en algún tiempo ya algo lejano.

Querido hijo, y te digo hijo porque te quise como tal, aunque no fui tu padre ni traté de reemplazarlo, pero sentí un amor tan grande por tí y que aunque mi flaqueante pierna coja desde que fui joven era uno de mis mayores limitantes, no fue impedimento para lanzarme a correr cuando llegó ese taxi que te traía desde el hospital, vestido con mi camisa a cuadros que no sé como y porqué recuerdas, y ser el primero, claro, despues de tu madre, en recibirte en nuestro hogar y alzarte a los cielos, cielos que estás luchando por alcanzar.

Sé el faro que ilumine nuestra familia, y que ninguna tempestad logre sobrellevar tu voluntad que tanto te ha costado forjar, con el esfuerzo propio que te caracteriza, esa voluntad única que nadie te impuso ni te dijo como formarla, sino que creaste por ti mismo.

Te amo, hijo mío.

Tu abuelo

Luis Alberto






The Leviathan

30.09.08 based on 28.08.06